lunes, 31 de marzo de 2014

Leyenda del Chupacabras

Chupacabras: la evolución creó una leyenda




Chupacabras
Fotografía de Eric Gay, AP


La leyenda de un misterioso monstruo que chupa la sangre al ganado se extendió en México, el sudoeste de Estados Unidos e incluso China desde mediados de los años 90, cuando se denunció por primera vez la existencia de chupacabras en Puerto Rico.
Ahora los científicos afirman poder explicar estas historias con la ayuda de la teoría de la evolución.

Supuestamente, los chupacabras han sido vistos recientemente, lo que les convierte en monstruos mucho más accesibles para el estudio que, por ejemplo, el monstruo del Lago Ness o Bigfoot.

En la mayoría de los casos, las criaturas han resultado ser coyotes con escabiosis, también llamada sarna, una dolorosa y en ocasiones mortal enfermedad que hace que al animal se le caiga el pelo y se le formen costras en la piel, entre otros síntomas.

Para algunos científicos esta explicación es suficiente. «No creo que haya que buscar más teorías», afirma Barry OConnor, entomólogo de la Universidad de Michigan, que ha estudiado el parásito que causa la sarna (Sarcoptes scabiei).

De la misma manera, el especialista en enfermedades Kevin Keel ha observado imágenes de cadáveres de supuestos chupacabras y afirma que se trata de coyotes, pero comprende que otros no fueran capaces de reconocer a este animal.

«Sigue pareciendo un coyote, pero en una versión bastante distinta», comenta Keel, que forma parte del Southeastern Cooperative Wildlife Disease Study de la Universidad de Georgia.

«Si lo viera en el bosque no habría pensado que se trata de un chupacabras, pero yo he estudiado coyotes y zorros con sarna durante mucho tiempo. Una persona no profesional, en cambio, podría confundirlos».

Evolución de los chupacabras

El Sarcoptes scabiei también es responsable de la sarna en humanos. El ácaro se introduce bajo la piel del huésped (ya sea animal o humano), segrega material de deshecho y deja sus huevos, lo que provoca una reacción inflamatoria del sistema inmunitario.

En humanos la reacción alérgica suele ser una molestia menor, pero en animales como los coyotes, que no han desarrollado defensas efectivas contra el Sarcopte, puede ser mortal.

OConnor cree que es posible que el ácaro haya pasado de humanos a perros domésticos y de éstos a coyotes, zorros y lobos salvajes.

Su investigación sugiere que la razón por la que la respuesta es tan diferente es que los humanos y otros primates han vivido con el ácaro durante gran parte de su evolución, mientras que otros animales no.

«Los primates fueron los primeros huéspedes» del ácaro, afirma OConnor. «Nuestra evolución nos permite mantener controlada la sarna, a contrario de lo que ocurre con otros los animales».

En otras palabras, la evolución de los humanos ha permitido que nuestro sistema inmunitario neutralice la infección antes de que ésta nos neutralice a nosotros.

Según Keel, además, los ácaros también han evolucionado, provocando daños en humanos pero sin llegar a ser mortal, lo que podría convertirnos en seres «no útiles» para ellos.

En animales, en cambio, no han alcanzado ese equilibrio. Por ejemplo, en los coyotes la reacción puede provocar la caída del pelo y la obstrucción de los vasos sanguíneos, además de fatiga general.

¿Una explicación para el mito?

La teoría de que los chupacabras son coyotes sarnosos explicaría por qué se les suele ver atacando el ganado.

«Los animales que sufren esta enfermedad suelen estar muy débiles», afirma OConnor.
«Si no consiguen sus presas habituales, se acercan al ganado, que es más fácil de cazar».

En cuanto a la idea de que chupan sangre como los vampiros, es posible que se trate de una exageración propia de la leyenda.
«Creo que es parte del mito», añade OConnor.

«Evolución» de una leyenda

Loren Coleman, director del Museo Internacional de Criptozoología de Portland (Maine, Estados Unidos) también es de la opinión de que los avistamientos de chupacabras, sobre todo los más recientes, podrían explicarse por la presencia de coyotes o perros sarnosos.

«Aunque no significa que explique todos los aspectos de la leyenda», puntualiza.

Por ejemplo, los más de 200 avistamientos declarados en 1995 en Puerto Rico describían criaturas que no tenían características caninas.

«En 1995 se creía que los chupacabras eran criaturas bípedas que medían aproximadamente un metro de alto y tenían pelo gris, con pinchos en la espalda», afirma Coleman. «Sin embargo, la descripción del monstruo comenzó a cambiar a finales de los 90 debido a errores de traducción en los informes».

Hacia 2000 el chupacabras original ya había sido sustituido por la figura canina: las criaturas bípedas ahora atacan al ganado sobre sus cuatro patas.

«Fue un tremendo error», reconoce Coleman.
«Ahora, con los medios describiéndolos como perros o coyotes sarnosos, ya no se oyen historias como las del principio en Puerto Rico o Brasil. Este tipo de denuncias ha desaparecido y la versión canina se ha multiplicado».

Origen del monstruo: ¿monos o películas de terror?

Entonces ¿cuál es la explicación para la leyenda?

Una posibilidad, según Coleman, es que la gente imaginó cosas tras ver una película de terror alienígena que se estrenó en Puerto Rico el verano de 1995.

«La fecha en la que se estrenó la película Species (Especie mortal) en Puerto Rico, coincide con las primeras denuncias en el país », afirma.

«En la película, la actriz Natasha Henstridge tenía pinchos en la espalda, como los de las primeras descripciones de chupacabras en 1995».

Otra teoría es que las criaturas de Puerto Rico eran en realidad monos rhesus, que suelen incorporarse usando sus patas traseras.

«Estos monos estaban siendo objeto de experimentos en Puerto Rico en ese momento, por lo que podría tratarse de un grupo que hubiera huido», añade Coleman.
«Podría tratarse de algo tan sencillo como esto, o también de algo mucho más interesante, pues en la actualidad se siguen descubriendo nuevas especies de animales».

Fuente: http://www.nationalgeographic.es/noticias/ciencia/chupacabras-la-evolucin-cre-una-leyenda

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El Chupacabras llega a México

El 1 de mayo de 1996 un reportaje en un programa de noticias de la televisión mexicana alertaba a la población sobre el creciente número de mutilaciones animales en las regiones de Jalisco, Sinaloa y Veracruz, especialmente esta última en las poblaciones de Las Trancas, Tlaliscoyan y Nachital, cuya economía gira en torno al ganado caprino.

Sin embargo la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Veracruz no realizó ninguna investigación argumentando que se habían enterado a través de los medios de comunicación. La opinión de los expertos fue que se trataban de ataques de coyotes o murciélagos.

Las primeras especulaciones hablaban de una nueva especie de murciélago gigante de metro y medio de tamaño y un peso de unos 9 kg que podría haber inmigrado procedente de Sudamérica, algo así como los enjambres de abejas asesinas africanas.

José Burria, del Departamento de Agricultura Federal, atribuyó por su parte las muertes a algún coyote o felino, posiblemente exacerbado por la sequía en el norte del país. Claro que no supo indicar por qué no habían ocurrido nunca antes en situaciones semejantes. Mientras, las historias corrían gracias a una prensa siempre ansiosa de aumentar sus dividendos, destacando en esta labor los periódicos Sol de Sinaloa y Sol de Occidente.

El miedo se iba extendiendo y las economías locales percibían los efectos de la poca predisposición a salir de sus hogares, sobre todo de noche, por parte de lugareños de las pequeñas poblaciones del norte de México. Ellos argumentaban que un humanoide mujer-lobo aullaba y gemía en la oscuridad. Este hecho tiene, según se dice, un precedente en la inusual ola de mutilaciones animales que asoló la República Dominicana en 1978. Las noticias de que seres humanos habían sido atacados por el Chupacabras encendió mucho más los ánimos.

Teodora Reyes, vecina del villorrio Alfonso Genaro Calderón (sic), en el estado de Sinaloa, mostró por televisión unas extrañas "marcas de mordiscos", que en realidad parecían laceraciones o quemaduras, producidas por una garra del Chupacabras. Sin embargo ella no fue la única. Ángel Pulido, un granjero radicado en el estado de Jalisco, mostró pinchazos semejantes en su brazo derecho debidos, según señaló, a un gigantesco murciélago que se parecía a una bruja. Y el alud aumenta de volumen conforme progresa por la ladera descendente y aparecen nuevas "víctimas" con pinchazos en puntos diversos del cuerpo y de los que no poseían conciencia.

En el estado de Nayarit, la policia judicial, según se dice, abrió fuego contra un Chupacabras en plena fuga antes de saltar una cerca de 1,80 metros.

Fuente: http://www.escalofrio.com/n/Criptozoologia/El_Chupacabras/El_Chupacabras.php

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