En las postrimerías
del siglo XIX, cuando el gobierno del General Porfirio Díaz se
encontraba perfectamente consolidado, existió en la antigua cárcel de
Durango, “La Celda de la Muerte”; llamada así, porque al desgraciado que
metían allí, amanecía misteriosamente muerto. Sucedió en esta cárcel,
que fue derrumbada posteriormente, y en lo que hoy es el centro de la
ciudad, un hecho insólito que causó grandes confusiones a los carceleros
y a todas las autoridades. Sucedía que todo preso que se encerraba en
una de las celdas, y a la que tomaron horror, amanecía muerto al
siguiente día, sin que nadie pudiera atinar la causa de ello. Aquella
celda fue elegida para encerrar a los individuos más peligrosos y
criminales. Varios individuos habían muerto ya en aquella celda maldita,
y empezaron a esparcirse mil supersticiones acerca de ella.
Decían que un horrible espectro penetraba a media noche en la celda sin
necesidad de abrirla, y estrangulaba a quien se encontraba dentro. Otros
aseguraban que el ambiente del calabozo estaba envenenado, y no faltó
quien asegurara que diariamente, a eso de las doce de la noche, la celda
era visitada por el diablo que se llevaba el alma del infeliz, a quien
le tocaba la mala suerte de ser asegurado en aquel siniestro calabozo.
La leyenda cuenta que en 1884, en la Hacienda de la Cacaria, vivía un
joven moreno, alto y robusto llamado Juan. Le decían Juan sin miedo
porque era un hombre que no conocía el temor. Un día llegó un perro
rabioso a la hacienda, la población se alarmó y cerró las puertas de sus
casas. En la escuela, el profesor no supo del peligro y les dio salida a
los niños cuando el perro pasaba por allí. Al mirar desde su ventana el
peligro, Juan sacó su escopeta para tirarle al perro y justo cuando le
disparó al animal, una señora llamada Doña Elvira, se atravesó y la bala
le traspasó el pecho muriendo casi instantáneamente. El perro perseguía
a los niños, y Juan en vez de huir, cogió un hacha y golpeó la cabeza
del perro dándole muerte. Juan, rápidamente fue con Doña Elvira y la
cogió en los brazos, pero ya era muy tarde, ella había fallecido. Juan
fue encarcelado y tendría que pagar por su delito con 20 años de
prisión. Después de estar 7 años prisionero en la cárcel de Durango,
llegaron órdenes de sentenciarlo a la Celda de la Muerte. Luego se supo
que el hijo del dueño de la Hacienda de la Cacaria, quería que Juan
muriera para quedarse con su prometida. Cuando el director de la
penitenciaría le preguntó a Juan. ¿qué necesitas?, Juan le contestó: “un
banco, una docena de velas de sebo grandes y una caja de cerillos”.
Cumpliendo con su petición, le entregaron lo que pidió y lo encerraron
en la Celda de la Muerte. Mientras la vela se iba gastando, el joven
comenzó a acordarse de toda su vida. Las horas parecían siglos, y hora
tras hora contaba las campanadas que daba el reloj de la catedral.
Cuando ya el temor lo vencía, prendía la vela unos minutos y veía a su
alrededor. Cual fue su gran sorpresa al ver un enorme alacrán de unos 30
centímetros de largo, que pronto se ocultó en su madriguera. Tomó los
cerillos y apagó la vela, permaneciendo en silencio y dejando
transcurrir el tiempo. El problema se concretaba en matar al animal, o
cuando menos, no dejarse picar. Cuando el reloj sonó a las 5 de la
mañana, encendió el cerillo y el cúbito de su última vela y miró el
enorme alacrán que estaba a un paso de su banco; sin pensarlo mucho, se
quitó el sombrero y lo arrojó sobre el animal, al ver que lo había
atrapado, puso el banco sobre el ala del sombrero, asegurándose de que
el arácnido no escapara. Se volvió a quedar a obscuras, y por unos
minutos lloró sin poder contenerse. De lejos, se escucharon los pasos de
los camilleros que venían por el cadáver de Juan para enterrarlo. Juan,
con modestia después de saludarles, les pidió que le ayudaran a sacar
al alacrán asesino. Juan fue indultado y puesto en libertad por su
hazaña, volvió a la Cacaria y se casó con Lupe. El calabozo dejó de ser
la Celda de la Muerte, y volvió a su antiguo nombre: “La celda de San
Juan”. En la actualidad no existe la cárcel, ni se sabe el lugar exacto
de los acontecimientos.
Fuente: http://www.gogol.com.mx/wp/leyenda-del-alacran-de-durango/
Historias, Leyendas y cuentos de México
jueves, 3 de julio de 2014
lunes, 23 de junio de 2014
El cura y el gato, leyenda de Mérida, Yucatán
Cuenta una historia
que en la esquina de las calles 67 por 60, que a finales del siglo
XIX, en la época porfiriana. Se dice que en el predio donde actualmente
se ubica una panadería residía un cura de nombre Bernardo Briceño,
quien era párroco de la iglesia de San Juan y vivía solo.
El padre Bernardo, de unos 70 y tantos años, era de carácter agrio y amargado y poco afecto a tener animales, como gatos o perros. Sólo tenía un canario.
Doña Rosita, una de sus vecinas, le hacía la limpieza de la casa y también le llevaba su comida, la cual le dejaba todos los días sobre la mesa.
Pero desde un tiempo atrás el religioso había tenido algunos roces con un vecino, un tahonero de nombre don Anselmo, que tenía numerosos gatos en su panadería para ahuyentar a los ratones que se comían la harina y el azúcar que le servían para fabricar sus panes, porque los felinos se metían a la casa del cura y en ocasiones se comían sus alimentos, y hasta una vez derribaron la jaula del canario y cerca estuvieron de matarlo, a no ser del oportuno arribo de doña Rosita, que logró salvar al pobre pajarillo.
Pero uno de esos maulladores, al que el panadero llamaba "Pudín", era
el más molestoso y continuamente entraba a la casa, tiraba cosas y le
robaba la comida al padrecito.
Y fue un domingo que después de dar misa en San Juan que el cura llegó a su casa hambriento, dispuesto a saborear el hirviente y sabroso potaje que doña Rosita le había dejado servido sobre la mesa. Y cuál fue su sorpresa que encontró a "Pudín" devorando su comida.
Furioso, el hombre de la sotana intentó acabar con el gato, el cual, asustado se fue a esconder a una de las habitaciones. Entonces, el padre tomó la tranca con la que aseguraba la puerta, dispuesto a golpear al felino, que se había subido sobre un viejo armario, y cuando el cura se disponía a darle un trancazo definitivo, la pequeña fiera, al sentirse acorralada, se la abalanzó al anciano, dándole un certero arañazo en el cuello, con tanto tino que le cortó la yugular. El viejo cura comenzó a sangrar profusamente y terminó desvaneciéndose.
El lunes por la mañana, doña Rosita, como era su costumbre, se presentó en la casa del cura y al entrar se encontró con la macabra escena. El padre Bernardo estaba tirado en el piso en medio de un charco de sangre, mientras el gato asesino lamía el cuello del muerto...
(Fuente: "Esquinas de Mérida y otras leyendas", de Eduardo Azanar D. y narraciones familiares)
El padre Bernardo, de unos 70 y tantos años, era de carácter agrio y amargado y poco afecto a tener animales, como gatos o perros. Sólo tenía un canario.
Doña Rosita, una de sus vecinas, le hacía la limpieza de la casa y también le llevaba su comida, la cual le dejaba todos los días sobre la mesa.
Pero desde un tiempo atrás el religioso había tenido algunos roces con un vecino, un tahonero de nombre don Anselmo, que tenía numerosos gatos en su panadería para ahuyentar a los ratones que se comían la harina y el azúcar que le servían para fabricar sus panes, porque los felinos se metían a la casa del cura y en ocasiones se comían sus alimentos, y hasta una vez derribaron la jaula del canario y cerca estuvieron de matarlo, a no ser del oportuno arribo de doña Rosita, que logró salvar al pobre pajarillo.
Y fue un domingo que después de dar misa en San Juan que el cura llegó a su casa hambriento, dispuesto a saborear el hirviente y sabroso potaje que doña Rosita le había dejado servido sobre la mesa. Y cuál fue su sorpresa que encontró a "Pudín" devorando su comida.
Furioso, el hombre de la sotana intentó acabar con el gato, el cual, asustado se fue a esconder a una de las habitaciones. Entonces, el padre tomó la tranca con la que aseguraba la puerta, dispuesto a golpear al felino, que se había subido sobre un viejo armario, y cuando el cura se disponía a darle un trancazo definitivo, la pequeña fiera, al sentirse acorralada, se la abalanzó al anciano, dándole un certero arañazo en el cuello, con tanto tino que le cortó la yugular. El viejo cura comenzó a sangrar profusamente y terminó desvaneciéndose.
El lunes por la mañana, doña Rosita, como era su costumbre, se presentó en la casa del cura y al entrar se encontró con la macabra escena. El padre Bernardo estaba tirado en el piso en medio de un charco de sangre, mientras el gato asesino lamía el cuello del muerto...
(Fuente: "Esquinas de Mérida y otras leyendas", de Eduardo Azanar D. y narraciones familiares)
lunes, 16 de junio de 2014
La calle de Don Juan Manuel

Cuenta la leyenda, que un devoto y piadoso caballero, Don Juan Manuel de Solórzano, hizo pacto con el diablo cegado por los celos y las sospechas de que su hermosa mujer le fuera infiel. Una vez que el maligno hizo su aparición, le pidió a don Juan Manuel que a partir de ese día, al llegar las once de la noche, saliera alportal de su casa y al primer transeunte que cruzara por dicho umbral lo asesinara, y el diablo le haría saber si ese caballero era el que habia manchado su honor apareciendo al lado del cadaver.
Los crímenes
A partir de entonces, todas las mañanas la ronda encontraba frente a la puerta de la casa de Don Juan Manuel, el cadaver de un caballero asesinado de certera puñalada, causando gran revuelo y honda preocupación entre los habitantes de la noble y leal ciudad de México.El revuelo causado por los misteriosos asesinatos era el tema de conversación en la capital de la nueva España, creando en los nobles hidalgos tal temor, que llegada la hora nona, evitaban pasar por dicha calle para eludir el fatídico destino que habian sufrido muchos caballeros en días anteriores.
Dichoso usted que conoce la hora en que muere!
Don Juan Manuel en cambio, noche con noche salía de su casa, bajaba las escaleras, atravesaba el patio, abría el póstigo del zaguán, se recargaba en el muro y envuelto en su capa, esperaba tranquilo a su próxima víctima. En esos tiempos no había alumbrado público, por lo que en medio de la oscuridad y del silencio de la noche, al oirse pasos lejanos y luego ver aparecer vagamente el bulto de un transeunte despistado, Don Juan se le acercaba y le preguntaba la hora, al responder el atolondrado transeunte que eran las once de la noche, Don Juan, sacando un puñal de entre sus ropas, se avalanzaba sobre él, se escuchaba un grito sofocado, el golpe de un cuerpo que caía, y entonces, el asesino, mudo, impasible, retornaba al interior de su casa a recogerse a sus habitaciones como si nada hubiera pasado.La equivocación
El terrible asesino solo culminó su obra cuando un buen día, condujo la ronda un cadáver directamente a la casa de Don Juan Manuel, y cual sería la sorpresa del caballero al reconocer que el difunto era su sobrino, el cual había mandado traer de España hacía poco para ayudarle a administrar sus bienes, al que tanto quería y al que debía la conservación de su fortuna. Al ver lo que había hecho, Don Juan tuvo un terrible remordimiento y fue hasta entonces que se dio cuenta de la magnitud de su pecado.Arrepentido, pálido y tembloroso, fue al convento de San Francisco (ubicado en la hoy calle de Madero, justo enfrente de la casa de los azulejos en el centro histórico de la cd de México), entró a la celda de un sabio y santo religioso, le confesó uno a uno todos sus pecados, todos sus crímenes, engendrados por los celos y alentados por el espíritu de Lucifer, quien a cambio de su alma le indicaría al que le había deshonrado.
La penitencia
El santo religioso le escucho con la tranquilidad de un juez y la serenidad del justo, despues de lo cual le pidió que como penitencia, asistiera durante tres noches seguidas a rezar al pie de la horca, en punto de las once de la noche, para poder expiar sus culpas y ganarse la absolución de sus terribles crímenes.No bien había terminado de rezar el rosario durante la primera noche, cuando lleno de espanto escuchó que una voz sepulcral en adolorido lamento suplicaba por un padre nuestro y un Ave María por el alma de Don Juan Manuel. Mudo de terror, se puso enseguida de pie y regreso a su casa, donde despues de pasar la noche en vela, esperó el alba para correr a comunicarle a su confesor lo que le había pasado.
El justo fraile, convencido de que la experiencia era parte de su expiación, y que se trataba de un buen indicio, le reconfortó y le mandó que regresara esa misma noche a continuar con su penitencia, y que si volvía a ocurrir lo que la noche anterior, no se atemorizara y haciendo la señal de la cruz, continuara con sus rezos hasta terminar el rosario.
Humilde que era Don Juan, sumiso y obediente regreso al cadalzo en punto de las once, pero aún no comenzaba a rezar, cuando un cortejo fúnebre de fantasmas que conducía su cadáver en un ataúd paso frente a él, reconociendo a sus víctimas, que lamentándose lo conducían ahora a él a su tumba. Corriendo tembloroso y desencajado, llegó el penitente a la celda de su confesor, suplicándole que antes de terminar su tercera noche, le concediera la absolución para el descanso de su alma.
El religioso, conmovido ante la situación y juzgando que sería falto de caridad al retardar más el perdón, le absolvió al fín, no sin antes exigirle que terminara su penitencia esa misma noche, yendo a rezar el rosario que le faltaba a los pies de la horca.
El trágico final
¿Qué ocurrió esa última noche? nadie lo sabe, solo se pudo ver a la mañana siguiente, colgando de la horca pública, el cadáver del que fuera el muy rico señor Don Juan Manuel de Solórzano, gran amigo del virrey el señor Marques de Cadereita (sic). El pueblo atribuyó la ejecución del arrepentido asesino a los ángeles, y la tradición lo ha repetido y lo seguirá repitiendo por los siglos de los siglos, aunque muchas voces, subrepticiamente, en discretas y marginadas conversaciones, creían que a Don Juan Manuel lo habían eliminado sus enemigos políticos, que aprovechando la situación dieron cuenta de su rival atribuyendo a la corte celestial su público castigo.Fuente: http://suite101.net/article/la-calle-de-don-juan-manuel-leyenda-colonial-mexicana-a80702#.U5-3ypwkQsc
martes, 10 de junio de 2014
La carreta con oro de Pancho Villa
(Leyenda de El Chilfón, municipio de Saltillo, Coahuila)
A pocos kilómetros de Saltillo rumbo a
General Cepeda se ubica el casco de una hacienda que se llama El
Chiflón. Parece ser que no fue una hacienda muy importante desde el
punto de vista territorial, pero es famosa porque hay allí un cañón
donde se forman cascadas. Hay también pinturas rupestres y petroglifos,
lo que le da una variante de interés prehispánico. Además, en
territorios que fueron de esta hacienda se han descubierto osamentas de
mamuts y dinosaurios, por lo que tiene también un añadido interés
prehistórico y paleontológico. Leyenda encontrada en el blog de Homero
Adame.
Cuenta una leyenda que en el cañón de El
Chiflón hay una poza muy profunda donde se encuentra sumergida una
carreta cargada de oro. Según la leyenda, fue el mismo Pancho Villa
quien aventó esa carreta a la poza porque lo venían siguiendo las
fuerzas federales y de tal manera escondió aquel oro.
Mucha gente, picada por la curiosidad
que genera esta leyenda, ha llegado preguntando qué tan cierta es y
algunas personas incluso han traído equipo de buceo para explorar las
pozas (son varias) con el propósito de encontrar el tesoro legendario.
Se dice que una de las pozas es muy profunda, pero esto jamás se ha
comprobado.
Cuentan que hace muchos años llegó un
gringo a la pequeña hacienda porque pretendía filmar una película en ese
lugar. Le explicó al dueño el tema de la película, quiénes serían los
actores, cuánto le pagaría por permitirle utilizar su propiedad y cosas
por el estilo. El hacendado no estaba muy convencido de las
intenciones del gringo y le dijo: “A ver, vamos al grano y dígame a qué
ha venido exactamente”. El gringo siguió explicando que era un
director de cine y que quería hacer una película histórica sobre Pancho
Villa. El hacendado no terminaba de convencerse e insistió en que él y
gringo le dijera cuáles eran sus verdaderas intenciones. Como éste se
dio cuenta de que aquél no le creía, entonces le dijo que su intención
era la de sacar el tesoro de Pancho Villa porque sabía que era muy
grande y rico, y estaba seguro de poder lograrlo porque contaba con el
equipo y la tecnología sin importar a qué profundidad estuviera la
carreta.
El hacendado entonces le preguntó que en
caso de hallar el tesoro qué le tocaba a él. El gringo respondió que
la mitad y dijo que se lo firmaba para que no hubiera duda. Sin decir
mucho más, el hacendado le dijo al gringo: “Si ese tesoro está en
verdad ahí, ¿para qué lo reparto? Mejor lo saco yo y me quedo con
todo.” Leyenda encontrada en
Nota: En 1966 se rodó en El Chiflón un segmento de la película mexicana El alma grande del desierto, dirigida por Rogelio González.
Fuente:http://adameleyendas.wordpress.com/2010/11/23/mitos-y-leyendas-de-coahuila-la-carreta-con-oro-de-pancho-villa/
Fuente:http://adameleyendas.wordpress.com/2010/11/23/mitos-y-leyendas-de-coahuila-la-carreta-con-oro-de-pancho-villa/
lunes, 2 de junio de 2014
Las brujas de Naica, Chihuahua

Se dice que la capital mundial de las brujas, es un pequeño poblado de chihuahua (norte de mexico, frontera con USA) llamado Naica.
Naica es una comunidad minera, donde, a partir de las 10:30 pm, todo mundo debe de estar dentro de su casa, a partir de esa hora salen las brujas. Es impresionante, ver el temor de estas personas, en la noche, se ven salir de las minas, unas bolas de fuego, del tamaño mas o menos, de un ballon de basket ball. se dice que son las brujas.
El 31 de Octubre, se cancelan las clases, y generalmente, la gente se va y pasa todo el dia en otras ciudades aledañas (cercanas) ya que este dia, es el unico dia donde se reportan desapariciones, sobretodo de niñas.
Fuentes:
Imagen de Wikipedia
http://bajoelestigmadelquintoinfierno.blogspot.mx/2010/01/brujas-casas-hospitales-leyendas-de.html
viernes, 23 de mayo de 2014
El pirata barbilla
Durante la época colonial en México, vivía un hombre muy rico, dueño de
muchas tierras en la región de Campeche junto con su hermosa hija, a
la cual cuidaba demasiado porque con su gran belleza enamoraba a
cualquiera que la miraba pasar.
El padre tenía un rencor profundo hacia los piratas, los mismos que una vez le habían arrebatado a su esposa cuando ambos viajaban en barco. Un día la hija le confeso a su padre que estaba enamorada de un hombre el cual decía ser parte de una familia rica en Cuba, claro que el padre rápidamente se interpuso ante alguna relación que pudiera tener su hija y prohibió que lo volviera a ver, sin embargo un día el padre encontró aquel hombre en la recamara de su hija junto a ella, el padre enfurecido saco su espada y ataco al hombre, quien respondió rápidamente desenvainando su espada y defendiéndose del padre, después de una larga batalla el padre de la joven cayó, pero sin antes descubrir que aquel hombre no era parte de una familia rica, sino que era un pirata conocido como barbilla. Al ver la muerte de su padre la joven levanto la espada de su padre y atravesó al pirata con ella, después de esto la joven decidió donar su fortuna y convertirse en monja.
El padre tenía un rencor profundo hacia los piratas, los mismos que una vez le habían arrebatado a su esposa cuando ambos viajaban en barco. Un día la hija le confeso a su padre que estaba enamorada de un hombre el cual decía ser parte de una familia rica en Cuba, claro que el padre rápidamente se interpuso ante alguna relación que pudiera tener su hija y prohibió que lo volviera a ver, sin embargo un día el padre encontró aquel hombre en la recamara de su hija junto a ella, el padre enfurecido saco su espada y ataco al hombre, quien respondió rápidamente desenvainando su espada y defendiéndose del padre, después de una larga batalla el padre de la joven cayó, pero sin antes descubrir que aquel hombre no era parte de una familia rica, sino que era un pirata conocido como barbilla. Al ver la muerte de su padre la joven levanto la espada de su padre y atravesó al pirata con ella, después de esto la joven decidió donar su fortuna y convertirse en monja.
viernes, 16 de mayo de 2014
La leyenda de la carreta de San Pascualito
By Jesús Torija Pineda / 10/14/2010

Haya por los años 1890 o 1900 era muy conocida la leyenda de la carreta de San Pascualito, les contaré mi experiencia con San Pascualito.
Una noche húmeda y cálida como siempre en Chiapas,para ser mas exacto en un pueblito llamado Tehuacan pasando el municipio de Cintalapa, si mal no recuerdo en los meses de marzo o abril, platicando con mi abuela acerca de cuentos y leyendas, y tras tanta insistencia ella se animó a contarme una de las tantas leyendas que sus abuelos le habian contado: la de San Pascualito.
Entusiasmado me senté a escuchar el increible relato que por mucho tiempo habia anhelado, asi pasaron horas de platica y la vez atención que pocas veces le prestaba a mi viejita. Pero llegó la hora de dormir y a pesar del miedo que sentía inconscientemente me hice el valiente para dormir solo en un cuarto de aspecto sombrio, espelusnante y tenebroso.
Cual fue mi sorpresa, en plena madrugada me levanté por un vaso de agua, eran como las 2 de la mañana, aclaro que estaba en un ranchito asi que ya imaginaran el tipo de casa: de madera vieja, rechinidos por doquier, olores raros y bichos por todos lados.
Pero asi trastabillando llegue a mi cama improvisada pegada a la pared que estaba a ras de calle. Al recostarme escuche claramente a lo lejos un ruido, si increible un ruido de una carreta, de una carreta jalada mínimo por un caballo.
Al momento que lo escuche entre en shock, como iba a poder ser real una leyenda que según yo era para espantar niños, cada vez escuchaba mas cerca el rechinido de las llantas de madera en las piedras de la calle, y el andar de la bestia que la halaba.
No podia ni con mi alma, el miedo cubrio todo mi cuerpo, empecé a sudar frio, pero como dicen la curiosidad mato al gato, logré asomarme unos centímetros a la venta para ver que iba en la calle.
Nunca he podido borrar la imagen tan extraña cosa, era una especie de carreta de madera jalada por un caballo, mas bien una silueta de caballo y arriba un sombra profundamente negra que la conducia sosteniendo en su mano derecha una especie de haza puntiaguda.
De inmediato me tire al colchón y me puse a rezar por cualquier cosa nos fuera a ser la de malas y asi me agarro el sueño.
Al otro día le conté a mi abuela y claramente me recordó algo, San Pascualito es la muerte, el se encarga de venir por los que ya estan muertos en vida, aquellos que ya no deben de estar en esta tierra, aquel que lo ve de seguro se lo lleva, se enferma y regresa por él.
Fuente: http://todochiapas.mx/2010/10/la-leyenda-de-la-carreta-de-san-pascualito/

Haya por los años 1890 o 1900 era muy conocida la leyenda de la carreta de San Pascualito, les contaré mi experiencia con San Pascualito.
Una noche húmeda y cálida como siempre en Chiapas,para ser mas exacto en un pueblito llamado Tehuacan pasando el municipio de Cintalapa, si mal no recuerdo en los meses de marzo o abril, platicando con mi abuela acerca de cuentos y leyendas, y tras tanta insistencia ella se animó a contarme una de las tantas leyendas que sus abuelos le habian contado: la de San Pascualito.
Entusiasmado me senté a escuchar el increible relato que por mucho tiempo habia anhelado, asi pasaron horas de platica y la vez atención que pocas veces le prestaba a mi viejita. Pero llegó la hora de dormir y a pesar del miedo que sentía inconscientemente me hice el valiente para dormir solo en un cuarto de aspecto sombrio, espelusnante y tenebroso.
Cual fue mi sorpresa, en plena madrugada me levanté por un vaso de agua, eran como las 2 de la mañana, aclaro que estaba en un ranchito asi que ya imaginaran el tipo de casa: de madera vieja, rechinidos por doquier, olores raros y bichos por todos lados.
Pero asi trastabillando llegue a mi cama improvisada pegada a la pared que estaba a ras de calle. Al recostarme escuche claramente a lo lejos un ruido, si increible un ruido de una carreta, de una carreta jalada mínimo por un caballo.
Al momento que lo escuche entre en shock, como iba a poder ser real una leyenda que según yo era para espantar niños, cada vez escuchaba mas cerca el rechinido de las llantas de madera en las piedras de la calle, y el andar de la bestia que la halaba.
No podia ni con mi alma, el miedo cubrio todo mi cuerpo, empecé a sudar frio, pero como dicen la curiosidad mato al gato, logré asomarme unos centímetros a la venta para ver que iba en la calle.
Nunca he podido borrar la imagen tan extraña cosa, era una especie de carreta de madera jalada por un caballo, mas bien una silueta de caballo y arriba un sombra profundamente negra que la conducia sosteniendo en su mano derecha una especie de haza puntiaguda.
De inmediato me tire al colchón y me puse a rezar por cualquier cosa nos fuera a ser la de malas y asi me agarro el sueño.
Al otro día le conté a mi abuela y claramente me recordó algo, San Pascualito es la muerte, el se encarga de venir por los que ya estan muertos en vida, aquellos que ya no deben de estar en esta tierra, aquel que lo ve de seguro se lo lleva, se enferma y regresa por él.
Fuente: http://todochiapas.mx/2010/10/la-leyenda-de-la-carreta-de-san-pascualito/
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