En las postrimerías
del siglo XIX, cuando el gobierno del General Porfirio Díaz se
encontraba perfectamente consolidado, existió en la antigua cárcel de
Durango, “La Celda de la Muerte”; llamada así, porque al desgraciado que
metían allí, amanecía misteriosamente muerto. Sucedió en esta cárcel,
que fue derrumbada posteriormente, y en lo que hoy es el centro de la
ciudad, un hecho insólito que causó grandes confusiones a los carceleros
y a todas las autoridades. Sucedía que todo preso que se encerraba en
una de las celdas, y a la que tomaron horror, amanecía muerto al
siguiente día, sin que nadie pudiera atinar la causa de ello. Aquella
celda fue elegida para encerrar a los individuos más peligrosos y
criminales. Varios individuos habían muerto ya en aquella celda maldita,
y empezaron a esparcirse mil supersticiones acerca de ella.
Decían que un horrible espectro penetraba a media noche en la celda sin
necesidad de abrirla, y estrangulaba a quien se encontraba dentro. Otros
aseguraban que el ambiente del calabozo estaba envenenado, y no faltó
quien asegurara que diariamente, a eso de las doce de la noche, la celda
era visitada por el diablo que se llevaba el alma del infeliz, a quien
le tocaba la mala suerte de ser asegurado en aquel siniestro calabozo.
La leyenda cuenta que en 1884, en la Hacienda de la Cacaria, vivía un
joven moreno, alto y robusto llamado Juan. Le decían Juan sin miedo
porque era un hombre que no conocía el temor. Un día llegó un perro
rabioso a la hacienda, la población se alarmó y cerró las puertas de sus
casas. En la escuela, el profesor no supo del peligro y les dio salida a
los niños cuando el perro pasaba por allí. Al mirar desde su ventana el
peligro, Juan sacó su escopeta para tirarle al perro y justo cuando le
disparó al animal, una señora llamada Doña Elvira, se atravesó y la bala
le traspasó el pecho muriendo casi instantáneamente. El perro perseguía
a los niños, y Juan en vez de huir, cogió un hacha y golpeó la cabeza
del perro dándole muerte. Juan, rápidamente fue con Doña Elvira y la
cogió en los brazos, pero ya era muy tarde, ella había fallecido. Juan
fue encarcelado y tendría que pagar por su delito con 20 años de
prisión. Después de estar 7 años prisionero en la cárcel de Durango,
llegaron órdenes de sentenciarlo a la Celda de la Muerte. Luego se supo
que el hijo del dueño de la Hacienda de la Cacaria, quería que Juan
muriera para quedarse con su prometida. Cuando el director de la
penitenciaría le preguntó a Juan. ¿qué necesitas?, Juan le contestó: “un
banco, una docena de velas de sebo grandes y una caja de cerillos”.
Cumpliendo con su petición, le entregaron lo que pidió y lo encerraron
en la Celda de la Muerte. Mientras la vela se iba gastando, el joven
comenzó a acordarse de toda su vida. Las horas parecían siglos, y hora
tras hora contaba las campanadas que daba el reloj de la catedral.
Cuando ya el temor lo vencía, prendía la vela unos minutos y veía a su
alrededor. Cual fue su gran sorpresa al ver un enorme alacrán de unos 30
centímetros de largo, que pronto se ocultó en su madriguera. Tomó los
cerillos y apagó la vela, permaneciendo en silencio y dejando
transcurrir el tiempo. El problema se concretaba en matar al animal, o
cuando menos, no dejarse picar. Cuando el reloj sonó a las 5 de la
mañana, encendió el cerillo y el cúbito de su última vela y miró el
enorme alacrán que estaba a un paso de su banco; sin pensarlo mucho, se
quitó el sombrero y lo arrojó sobre el animal, al ver que lo había
atrapado, puso el banco sobre el ala del sombrero, asegurándose de que
el arácnido no escapara. Se volvió a quedar a obscuras, y por unos
minutos lloró sin poder contenerse. De lejos, se escucharon los pasos de
los camilleros que venían por el cadáver de Juan para enterrarlo. Juan,
con modestia después de saludarles, les pidió que le ayudaran a sacar
al alacrán asesino. Juan fue indultado y puesto en libertad por su
hazaña, volvió a la Cacaria y se casó con Lupe. El calabozo dejó de ser
la Celda de la Muerte, y volvió a su antiguo nombre: “La celda de San
Juan”. En la actualidad no existe la cárcel, ni se sabe el lugar exacto
de los acontecimientos.
Fuente: http://www.gogol.com.mx/wp/leyenda-del-alacran-de-durango/